No me gustan los helados | No me molestes mosquito
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No me molestes mosquito

Ayer por la noche se coló en mi refugio marinero un mosquito. Me percaté de su presencia porque me acribilló. Tal vez no tenía donde escoger, quizás mi sangre es tan dulce que no pudo resistirse o su necesidad era tan grande que debía hacerlo para asegurar su supervivencia. Inmediatamente, cuando noté la primera picadura puse manos a la obra para evitar la segunda. Enchufé el insecticida eléctrico, observé con detenimiento la sala con el fin de encontrarlo y eliminarlo, fui al botiquín en busca del after-bitte. En fin, lo normal en estos casos.

Me pregunto yo; ¿Porqué no actuamos con la misma diligencia cuando se cruza en nuestra vida un mosquito de dos patas? Reflexión aplicable a mosquitos, moscas cojoneras y demás insectos.

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